sábado, 28 de noviembre de 2009

Mensaje en una botella (versión 48)


La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria…
-!A ver usted!¿como se llama?-pregunto el inspector al cuidador de la finca.-No se lo diré hasta que usted no me diga el suyo- con gesto de abatimiento.
-Es usted un chico muy aplicado, le contesto el policía, me llamo Samuel ¿y tu pequeñín como te llamas?.
-Vicentin, ¿ya podemos tutearnos?.
-No faltaba mas- le dijo Samuel a la vez que giraba su cuerpo intentando ignorarlo- ¿donde estaba usted cuando ocurrieron los hechos?.
-Si no recuerdo mal estaba…!eh oiga! ¿Intenta liarme?.
-No hombre no se enfade, es solo que me da tanta lastima- saco un pañuelo y se lo puso en los ojos.
-No llore usted lo quería mucho ¿verdad?- abrazándole a la altura de los hombros.
-No lo conocía de nada.
-Eso me pasa a mí, entre ayer a trabajar y hasta ahora no sabia que era mi jefe.
-Entonces ¿Quién le contrato?-girándose a la vez que bajaba la cabeza y lo miraba a los ojos.
-Nadie- decía mientras se miraba las uñas.
-! Cómo que nadie! ¿Alguien habrá sido?.
-No, vine a traer unos periódicos y me quede aquí. Esto es tan bonito, tan tranquilo.
-Si, que se lo digan al pobre difunto. Hablando de paz ¿Qué sabe de la botella?- mientras miraba al techo.
-¿Qué botella? -se acerco a el mientras seguía mirando al techo.
-La que estaba ahí - señalando al hueco y levantando la voz.
-No es para ponerse así por una botella si quiere le traigo otra, hay miles.
-No, quiero saber donde esta la botella que estaba ahí - volviendo a señalar al mismo sitio.-No le han dicho nunca que tiene dotes para el teatro.
-Si, mi madre antes de abandonarme en la jaula de las fieras salvajes
-Y ¿Qué fue de los leones?
-¿Qué leones? Era un gallinero. No me cambie ¿donde esta la botella?-moviéndose alrededor del cuidador.-No sabía que era tan importante para usted, o le hubiese guardado un poco
-Dígame la verdad.-sentándose en un escalón. ¿Estaba bueno?.
-No lo se.
-¿Como que no lo sabe?
-Mire usted, a los caballos no le gusta esos hierbajos tan secos y le suelo echar unas gotas de vino peleón para que las digieran bien, no vea como les gusta y además me adoran.
-No me extraña yo también le adoraría si me invita a vino bueno todos los días.
-¿A que si?, son muy agradecidos y muy bonitos.-y al difunto como se lo cargó.-acercándole la cara a la suya.-Oiga es que ve mal.
-Vamos conteste lo tengo acorralado.En ese momento salio corriendo por la puerta. Samuel se quedó mirando la carrera y tras un momento de desconcierto afirmó- no, no estaba acorralado. Por un ventanuco pegado al techo asomó vicentin.
-Es difícil cogerme! Eh!.-Jamás hubiese dicho que fuera tan ágil.Desapareció de la ventana y llego inmediatamente junto al inspector.
-¿Que me decía?.-No, nada de importancia.
-Venga hombre no se haga de rogar.
-Está bien, ¿mato usted a este pobre hombre?- señalando al cuerpo que había en el suelo.-¿Quién le ha dicho que este muerto?.
-Nadie, me lo pareció. Hace más de quince minutos que no se mueve.-No se preocupe estará enfadado. No le sentó bien que le abriese la botella esa para los caballos y desde entonces no se mueve, por cierto, he encontrado otra igual, ¿quiere que la abra y nos la tomamos antes de que despierte?.

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