sábado, 28 de noviembre de 2009

Mensaje en una botella (versión 45)


La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria…
Estaba vivo, por fortuna, aunque inconsciente. ¿Pero cómo entró allí, y quién pudo llevarse la botella, que databa de 1606?
La investigación reveló que un cómplice lo había golpeado para escapar con el botín, aunque en su huída subestimó un añejo papel de inapreciable valor. El manuscrito decía:
El elíxir celeste que ponéis en mis manos resume en su fragancia, la caricia del sol sobre el viñedo, la firmeza del sarmiento cuidado con celo y el amor de la tierra que le prodigó su esencia.
Más de batallas que de catas saben mi espíritu y m i boca, pero en faciendo justicia, debo deciros que la copa del rey anda sedienta de este vino excelso.
Salud por vuesas tierras que albergan los mejores sembradíos nacidos de selectas cepas. Salud por vuesas manos que cosechan los más lozanos sarmientos. Salud por las vendimias que os prodigan los caldos más preciados. Salud por vuesas mujeres, que os deparan felicidad y fortuna para compartir estas tierras de tradición y de leyenda.
Y en diciendo esto, brindo también por Dulcinea y en especial por mi fiel Sancho, instándolo a elevar su copa por Teresa, su esposa, a quien honraré designándola primera dama de la ínsula Barataria…
Se trataba, nada menos, que de un texto cervantino que don Miguel extravió cuando escribía El Quijote.

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