domingo, 29 de noviembre de 2009

Mensaje en una botella (versión 34)


La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista.
A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria pero en su lugar sólo quedaba polvo y restos de telarañas.

Rápidamente, el Inspector se dirigió hacia el hombre que yacía en el suelo comprobando que, aunque débil, todavía tenía pulso y esperando la llegada de la ambulancia, procedió a una inspección ocular más precisa.

Comenzó observando la posible presencia de pisadas, pero lo único que se veía eran las huellas del dueño de la bodega y las suyas propias.
Unas gotas de vino en el polvoriento suelo llamaron su atención y las siguió con la mirada hasta que, con sorpresa, vio la botella desaparecida. Todavía tenía vino, prácticamente estaba llena y el corcho continuaba unido al sacacorchos. También vio la copa, donde presumiblemente iba a beber; tirada en el suelo. La cogió cuidadosamente con un pañuelo, evitando destruir posibles huellas, y advirtió que nunca se llegó a llenar.
Todo indicaba que el dueño de la bodega tuvo la intención de beber el vino y debió sobrevenirle un mareo o un infarto - pensó el Inspector de policía.

Un estridente sonido sacó al agente de sus reflexiones; era la ambulancia. Un tumulto de trabajadores de la bodega se agolpaba en la entrada, impacientes por ver lo que le había ocurrido a D. Felipe.
El policía aprovechó este momento para indagar sobre lo sucedido.. Todos querían hablar y algo había en común en sus comentarios: ¡la maldición, la maldición!, repetían sin cesar.

Una misteriosa historia pesaba sobre la preciada botella.de vino.
Años atrás, los actuales viñedos eran propiedad de dos familias, rivales competidores para conseguir el mejor vino cada año.
Esa lucha constante hizo que, en una funesta partida de cartas, el dueño de una de las bodegas perdiera sus posesiones.
Siempre se dijo que el ganador hizo trampas y sin ninguna piedad despojó a la vecina familia de todas sus tierras incluída la bella casa que dominaba el valle.
Mientras se alejaban de sus tierras; el hijo mayor, todavía un niño, lanzó una maldición: ¡llegará un día en el que el vino mate a alguien, pero no sabréis ni donde ni cuando!.
A partir de ese momento los dos viñedos quedaron unidos en uno solo.
Nadie volvió a saber de aquella familia, pero corría el rumor de que aquel niño continuó con la trdición bodeguera.

Los trabajadores están asustados por una vieja historia - pensó el policía.
Volvió al interior de la bodega y continuó sus investigaciones, aunque tenía claro que al viejo hombre no le sucedió nada extraño; habría sufrido un desvanecimiento.

Cogió de nuevo la antigua botella para examinarla mejor y en el corcho descubrió unas palabras que le llamaron la atención: busca la respuesta en la vieja casa.
Dispuesto a llegar hasta el final, se dirigió a la antigua casa, ahora deshabitada, y observó el lugar donde reposó años atrás la famosa botella. Al tocar con cuidado alrededor, halló un polvoriento pergamino enrollado.
Lo abrió y se dispuso a leer lo que estaba escrito: "La desgracia llegó a mi familia el día que D. Felipe se quedó con nuestros viñedos mediante trampas en el juego. He decidido vengar la memoria de mi padre, aprovechando la ambición de ese desalmado hombre, sabiendo que tarde o temprano estará tentado a degustar este magnífico caldo. Cuando lo abra y aspire el aroma, se intoxicará con las esporas que he introducido quedándose inmóvil el resto de su vida; sin poder hablar pero escuchando y viendo todo lo que ocurre a su alrededor."

El Inspector se quedó atónito con lo que había leído y comprendió la maldición del mensaje en la botella.

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