sábado, 28 de noviembre de 2009

Mensaje en una botella (versión 42)


La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria. El cuerpo yacía sobre un charco rojizo que en un primer momento hizo a la policía temerse lo peor, pero al acercarse percibieron su característico olor: era vino, y muy probablemente el vino contenido en la antigua botella desaparecida. El caso parecía confuso pero la colaboración de un testigo ocular de los hechos puso a la policía al corriente de lo que había sucedido. Relató cómo se acercó poco a poco a la bodega al oír una fuerte discusión entre un importante acreedor y el propietario de la bodega. El primero le reclamaba al segundo el pago de unas deudas vencidas hacía ya tiempo y a las que éste no podía hacer frente. Enfadado y harto de excusas el acreedor, a sabiendas del gran valor económico y sentimental de la legendaria botella, vació su contenido ante el desesperado propietario cuyo corazón, incapaz de soportar la emoción, se paró. Ahora la policía ya sabía a quien buscar y la ambulancia, que acaba de llegar, intentaba reanimar al pobre propietario tumbado y empapado en el vino que con tanto celo y cuidado había guardado durante tantos años.

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