domingo, 29 de noviembre de 2009

Mensaje en una botella (versión 13)


La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria. Al igual que la vida del cadáver, la botella había desaparecido, sin dejar, igualmente, ninguna marca de violencia, pero sí un pequeño trozo de papel. En él, entre marcas de vino tinto y restos de sangre, se veía dibujado un mapa, similar a aquellos de las películas de piratas vistas en su infancia. Lo observó de distintas maneras, lo plegó sobre sí mismo, intentó buscar algún mensaje cifrado pero fue del todo imposible. Al final, cansado, el detective lo dejó encima de la víctima, siendo entonces cuando, por fin, comprendió la clave escondida en aquella misteriosa hoja. Lo que le había parecido un mapa no era ni más ni menos que una flecha que, colocada sobre la espalda del muerto, señalaba hacia otra botella de aquella bodega: la única que contenía vino blanco, marginada en la parte más oscura de toda la nave. Cauteloso, se acercó hacia ella y, alumbrándola con una potente linterna, descubrió que en su interior guardaba otro mensaje. Con rapidez y algo de furia, la abrió y sacó la misiva con la que esperaba arrojar luz sobre aquel misterioso tema. Todavía chorreando de vino, pudo leer el siguiente mensaje: si has conseguido encontrarme y leerme estás muerto y a punto de entrar en el infierno. Espantado e incrédulo, se dirigió hacia la víctima y, al voltearla, su cara, como si se mirase en un espejo, se dibujó en la del cadáver. Defraudado, volvió a tumbarse junto a aquél, su cadáver, y durmió, deseando que, si volvía a despertar, pudiese encontrar un mensaje distinto en la singular botella de vino blanco.

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