domingo, 29 de noviembre de 2009

Mensaje en una botella (versión 27)


La policía encontró el cuerpo tumbado en la bodega. No había marcas de violencia a primera vista. A escasos centímetros estaba un hueco donde, horas antes, descansaba una botella legendaria ya que así lo hizo constar el fiel mayordomo de Sir Bowls a La policía británica cuando esta le hizo mil preguntas acerca de lo que había ocurrido en la mansión en las últimas veinticuatro horas. Después de recorrer cientos de veces con la mirada las paredes de la bodega, el sargento de la policía llegó a la conclusión de que a la persona o personas que habían cometido el crimen sólo les interesaba tan misteriosa botella que reposaba en el hueco con el numero 166 y que la muerte de Sir Bowls era un simple daño colateral. El sargento Brown revisó los libros de registro de entrada de tan valiosos caldos y comprobó que la ya famosa botella no se encontraba registrada y que el número designado a ella no constaba en el libro. Cuando se encontraba en ello, intentó reconstruir la escena y se imaginó como un desconocido, entraba en la bodega, cogía la botella y era sorprendido por el dueño de la casa, hubo un forcejeo y se produjo tan fatal desenlace, huyendo el malvado con su magnífico botín. Pero… Sir Bowls no tenía heridas visibles, ni marcas de haber sido golpeado y su rostro tenía un gesto dulce, relajado y sonriente, lo cual le hizo pensar que quizás el fallecido no se sorprendió al ver a su ladrón. El mayordomo conto con exactitud británica lo que hizo su señor las horas a las que se le preguntó sin titubear lo que le hizo sospechar al sargento que quizás lo tenía aprendido de memoria lo que tenía que decir. Las sirvientas fueron llamadas a declarar así como el jardinero y ninguno pudo aclarar nada nuevo y uno a uno fueron abandonando el sótano. El cansancio, la humedad del lugar y la poca luz hicieron mella en el policía que se dejó caer y sentado en el suelo le dio mil y una vuelta al crimen. De repente su mirada se fijó en una piedra semiescondida entre la pared y el suelo, parecía mal colocada en tal irregular pared, se dirigió allí, tiró de ella y al sacarla dejó al descubierto un hueco lo suficientemente grande para meter la mano, cosa que hizo y trasteando tocó algo frío y alargado…no se podía creer su suerte, atrapada en el hueco se encontraba la famosa botella nº 166, y en su enmohecida etiqueta al dorso rezaba: “Quien beba de esta botella tendrá una muerte feliz porque su efecto le hará revivir su hasta ahora vida, pero sólo los momentos felices. Sólo apto para personas enfermas del alma”, y el policía una vez repuesto de su asombro, volvió a esconder la botella donde la había encontrado, “nunca se sabe “pensó…

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